Impulsar la rentabilidad de la empresa desde el ahorro
En el competitivo mundo empresarial actual, maximizar la rentabilidad es una prioridad fundamental para las organizaciones.
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Leer másEvidentemente, estas líneas sirven para expresar nuestro apoyo al sector agrícola, ganadero y pesquero de toda la Unión Europea, en especial de nuestro país y de nuestro archipiélago. En estos días, han estado desarrollándose protestas en las calles contra la PAC y defendiendo su modo de vida y modelo de negocio. En Canarias, estas protestas ya tienen fecha: en Gran Canaria será el miércoles 21 de febrero y en Tenerife, el sábado 24.
La Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea (UE) es uno de los pilares fundamentales de la integración europea desde su inicio en la década de 1960. Con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria, promover el desarrollo rural y apoyar a los agricultores, la PAC ha evolucionado para abordar los grandes desafíos del sector agrícola en Europa. A lo largo de los años, ha demostrado ser un instrumento crucial para mantener la competitividad, la sostenibilidad y la equidad en la agricultura europea, así como para evitar los impactos en la economía, el medio ambiente y la sociedad.
Resulta especialmente curioso que se produzcan ahora estas protestas y movilizaciones, cuando estamos a escasos meses de una nueva convocatoria de elecciones europeas, e incluso detrás de estos legítimos movimientos, estén apareciendo determinados grupos de ultraderecha de toda la Unión Europea, para intentar posicionar estas protestas en su propio beneficio y sacar algún rédito político.
Flaco favor se le hace al sector cuando permitimos que la componente ideológica o política marque el futuro de las acciones a desarrollar y las medidas a tomar. Argumentos de peso y razones no les faltan, a los unos y a los otros. Algunas motivaciones necesitan una labor pedagógica y deben explicarse mejor, pero hay que explicar los argumentos quitándoles la componente política e ideológica.
Dentro de las principales denuncias de los agricultores, destaca la crisis que atraviesa el campo. Las dificultades de las pequeñas explotaciones, a las que les resulta cada vez más complicado mantener su actividad debido a la subida de los costes de producción y las mayores exigencias ambientales en la UE. La fijación de precios mínimos.
También se critica el aumento de la burocracia y se solicita una simplificación administrativa, que se mejore la aplicación de la Ley de la cadena alimentaria, la entrada de importaciones de productos agrícolas de terceros países que no cumplen con los requisitos de producción europeos, destacando el uso de pesticidas prohibidos en la UE. Incluso en menor medida, se protesta por el fin de la Agenda 2030 (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU).
Cambiar el sistema de condiciones de los seguros agrarios y que se adapten a la realidad del cambio y a los efectos del cambio climático, prevenir pérdidas de cosechas por fenómenos adversos así como por las sequías. Y que se tenga en cuenta la voz del sector a la hora de legislar en materias que les afecten y en especial por el uso de fitosanitarios, bienestar animal o regadíos.
La presidenta de la UE, Úrsula von der Leyen, se ha comprometido con los sectores a contar con su opinión, modificar ciertos aspectos del Pacto Verde Europeo y la estrategia comunitaria “De la granja a la mesa”, así como acuerdos con las leyes la de “Restauración de la naturaleza” o la retirada de los objetivos vinculantes planteados por la UE de la reducción del uso de pesticidas químicos para 2030, incluso en España se han comprometido a incorporar en los acuerdos comerciales bilaterales las “cláusulas espejo”.
También creo que los consumidores debemos asumir parte de la culpa de llegar a esta situación al no poner en valor nuestros productos o productores locales y preferir consumir productos foráneos por un criterio de precio más bajos sin mirar calidades, calibres o salubridad. Por un lado, se reivindica el romanticismo de compra local y en el comercio tradicional, pero luego se consume indiscriminadamente con criterios poco racionales de bajos precios.
No se entiende que siendo la UE la defensora de los valores medioambientales y climáticos a nivel global, estando concienciados con la defensa y recuperación del planeta y en busca de la descarbonización para 2050 con hitos muy ambiciosos en 2030, 2035, 2040 y 2045, se plantee una parálisis o cambio de rumbo a las primeras de cambio. La Comisión Europea tiene mucho que explicar al respecto, ya que debe estar por encima de intereses electoralistas en la aplicación de las políticas europeas.
Tampoco se entiende que se exija a todos los agricultores, ganaderos y pescadores de la Unión Europea cumplir con todas las exigencias medioambientales, mientras se llegan a acuerdos comerciales preferentes con terceros países y no se les exijan las mismas obligaciones, especialmente de Marruecos, países asiáticos y latinoamericanos, con productos como los plátanos, tomates, naranjas, arroz, arándanos, dátiles, aceitunas, aceite de oliva, leche y cuotas en la captura de pescado, etc.
Una cosa es que, al no poder satisfacer la demanda existente, se acuda a productores de terceros países para complementarla, y otra muy distinta es que se subvencione por un lado y por el otro se les haga competencia desleal directa en multitud de productos comprando a terceros.
Si bien se entiende que la UE busque la especialización, la eficiencia, y las ayudas se den a aquellas explotaciones que cumplan con todos los criterios y obligaciones, no podemos tener una doble moral para los productos propios de los ganaderos y agricultores europeos y los productos importados de terceros países, con criterios de calidad y fitosanitarios más laxos y muy rebajados.
Tenemos un importante mercado potencial (según datos de la UE en 2024 ya somos 448,65 millones de habitantes/consumidores), codiciado por todos, y deberíamos ser conscientes de este importante detalle a la hora de negociar de manera ventajosa. Y en primer lugar, consumir nuestros productos, sea el sector que sea, y quienes quieran entrar en nuestro mercado deberían cumplir nuestras normas, con periodos de adaptación, controles de calidad y no rebajar nuestras exigencias de salubridad, calidad, estándares medioambientales y de seguridad alimentaria.
La Política Agraria Común de la UE ofrece muchos beneficios que van más allá del sector agrícola y contribuye al bienestar económico, social y ambiental de Europa en su conjunto. Desde la garantía de la seguridad alimentaria hasta el apoyo a los agricultores y el desarrollo rural, pasando por la protección del medio ambiente y la coherencia política. La PAC desempeña un papel fundamental en la construcción de un futuro próspero y sostenible para Europa. Es una herramienta indispensable para enfrentarnos a los desafíos actuales y futuros de la agricultura y el desarrollo rural en Europa.
Esperemos que pronto se logren acuerdos entre los sectores implicados y la UE para lograr que las explotaciones de toda Europa sean sostenibles y rentables, para poder dar abasto a los ciudadanos de la Unión Europea en beneficio de todos.
Antonio Luis González Núñez
Presidente de Fedeco Canarias