Archivo: 10 abril, 2025

UATAE INFORMA: Madrid y Canarias, a la cola en trabajo autónomo mientras Galicia y Castilla y León lideran el emprendimiento

El trabajo autónomo es un indicador clave de la economía de un territorio. En ese sentido, los últimos datos revelan que en España hay comunidades donde el autoempleo es una opción cada vez menos viable. Canarias, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia encabezan el ranking de las autonomías con menor número de autónomos en proporción a su población en edad de trabajar. En Canarias, por cada 1.000 habitantes de entre 16 y 64 años hay 93,2 autónomas y autónomos, en Madrid 93,5 y en Murcia 100,7, cifras que están por debajo de la media nacional y reflejan un problema estructural. La Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) destaca que Madrid es un caso especialmente llamativo, porque como explica María José Landaburu, secretaria general de UATAE, “como supuesto epicentro económico del país, debería ser también un polo de atracción para el emprendimiento”. Sin embargo, “no lo es”, matiza Landaburu. Con 93,5 autónomos por cada 1.000 habitantes en edad de trabajar, se sitúa en el segundo peor puesto del país, solo por detrás de Canarias. Esto plantea una pregunta inevitable: ¿Por qué una de las regiones con más recursos y oportunidades presenta uno de los peores datos en trabajo autónomo?

Parte de la respuesta la da Landaburu, y es que, “está en las políticas que aplica la Comunidad de Madrid con respecto al trabajo autónomo, mientras en otras regiones se han impulsado programas de apoyo directos, planes de digitalización, medidas para aumentar la protección social, etc. Madrid ha optado por un modelo que prioriza a las grandes empresas y deja en un segundo plano a quienes tienen que lidiar con el desarrollo de su actividad económica a diario y en solitario”. Desde UATAE critican que las medidas de la Comunidad han estado más centradas en bonificaciones fiscales y desgravaciones que benefician sobre todo a los altos ingresos, pero no han ido acompañadas de políticas estructurales que mejoren las condiciones del trabajo autónomo. No hay un plan real para facilitar el acceso a financiación o garantizar un sistema de protección social más sólido para el conjunto del colectivo.

Otro factor determinante es el precio de los alquileres de locales comerciales y espacios de trabajo, que en Madrid y en otros tantos territorios del estado ha alcanzado niveles inasumibles para muchas y muchos autónomos. La falta de medidas de contención en este ámbito ha hecho que los pequeños comercios tengan que destinar una parte desproporcionada de sus ingresos a mantenerse en activo, lo que desalienta el impulso de actividades económicas y reduce la viabilidad de los proyectos a largo plazo. Canarias, con 93,2 autónomos por cada 1.000 habitantes, se sitúa en el último lugar de la tabla. Su dependencia del turismo y la alta temporalidad del empleo juegan un papel clave en este fenómeno. La falta de diversificación económica y la incertidumbre en sectores clave han hecho que el autoempleo no sea una opción atractiva o estable para buena parte de la población activa.

En el caso de Murcia, con 100,7 autónomos por cada 1.000 habitantes, puede radicar como señalan desde UATAE en la falta de una red sólida de apoyo con medidas específicas. Aunque el autoempleo en sectores tradicionales como la agricultura sigue siendo relevante, en otros ámbitos el tejido autónomo no ha logrado consolidarse como en otras regiones. “El hecho de que tres comunidades con perfiles tan distintos compartan los peores datos indica que el problema no es coyuntural, sino estructural”, expone Landaburu, que destaca que, “si el trabajo autónomo sigue siendo una alternativa poco atractiva en algunas regiones, es porque las políticas que lo acompañan no han sido las adecuadas”. En el caso de Madrid, “es evidente que la estrategia basada en la liberalización de la economía no ha beneficiado a las y los autónomos, porque no basta con atraer a grandes empresas si quienes quieren realmente quieren emprender no encuentran el respaldo necesario para hacerlo”. Las administraciones de cada comunidad necesitan un giro en su enfoque, “más apoyo directo, más incentivos específicos y una regulación que garantice que el trabajo autónomo sea una opción viable y no un camino lleno de precariedad”, concluye Landaburu.

Por Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) 

El “capital intelectual” clave del desarrollo

En un mundo cada vez más globalizado, basado en el conocimiento, el capital intelectual se ha convertido en un verdadero activo para las empresas y las economías modernas. Lejos han quedado los tiempos en que el capital financiero, los recursos naturales o la infraestructura eran los únicos determinantes del éxito empresarial. Hoy, la información, la innovación y la capacidad para gestionar el talento marcan la diferencia en la competitividad de cualquier organización.

El capital intelectual es el conjunto de conocimientos, habilidades, experiencias y capacidades innovadoras que posee la empresa o el individuo. Se trata de ser capaz de fusionar el talento, la creatividad, la formación y la experiencia de los empleados para que el equipo de trabajo está capacitado y motivado; factor clave para el crecimiento y la innovación. Además debemos añadir los procesos internos, la tecnología, las bases de datos, la información y la propiedad intelectual que posee la empresa.

Otro factor importante son las relaciones con clientes, proveedores, aliados estratégicos y el reconocimiento de la marca. Una empresa que cultiva relaciones sólidas y de confianza tiene una ventaja competitiva respecto de su competencia.

La principal ventaja de potenciar estos recursos intelectuales es lograr una mayor capacidad de innovación y generar productos y servicios novedosos lo que nos permitirá diferenciarnos en el mercado y responder a las necesidades de los consumidores de manera más efectiva.

Ser eficientes, permite optimizar procesos, reducir costos y mejorar la calidad de los servicios.

Las empresas que valoran a sus empleados consiguen retener el talento, lo que se traduce en menores costos de rotación y mayor compromiso ayudándonos a fortalecer la posición en el mercado, las relaciones empresariales y la reputación de la imagen de marca permite acceder a mejores oportunidades de negocio, establecer alianzas y fidelizar clientes.

A nivel macroeconómico, el capital intelectual es un factor clave para el crecimiento sostenible de los países. Las economías basadas en el conocimiento, han demostrado que la inversión en educación, investigación y desarrollo genera un impacto positivo en el PIB, la productividad y la competitividad a nivel global.

Las empresas tecnológicas y de servicios avanzados han desplazado a la industria tradicional como los principales motores de crecimiento económico. Sectores como la inteligencia artificial, la biotecnología, las energías renovables y las telecomunicaciones dependen directamente del talento humano y la capacidad de innovación.

En la era del conocimiento, el capital intelectual se ha convertido en la piedra angular del éxito empresarial y económico. Las personas, empresas y países que logren desarrollar y gestionar eficazmente este recurso tendrán mayores posibilidades de adaptarse a los cambios del entorno, crear valor y mantenerse competitivas en el mercado global. Por ello, la inversión en educación, tecnología y gestión del talento es una estrategia esencial de inversión para innovar y crecer sosteniblemente.

Antonio Luis González Núñez

Presidente de Fedeco Canarias