Conocí a doña Lola cuando apenas me podía asomar de puntillas por encima del mostrador de la tienda que regentaba junto a su marido, ya fallecido. Cada mañana, la visitaba junto a mi madre, mientras esperaba la guagua que me transportaba al colegio.
El olor a pan recién hecho, colocado en una estantería que cubría con una fina tela, inundaba todo el local; las frutas y las verduras le daban un colorido que me hacían imaginar a esta octogenaria señora, entonces muy vital y algo gruñona, trabajando durante toda la noche en su pequeño terreno para tenerlo todo preparado para el día siguiente. Las estanterías siempre estaban repletas de aceite, leche, agua, jugos y con todo lo necesario para que cada día los vecinos de mi barrio pudieran comprar lo imprescindible para pasar esa jornada, sin los excesos de hoy en día.
En la tienda de doña Lola tampoco faltaba el lápiz y el trozo de papel multiforme de color marrón -hoy llamado papel Kraft- donde apuntaba, a su manera pero con claridad, cada uno de los productos, el precio y el total de la cuenta.
Aún recuerdo cómo alguna tarde mientras disfrutaba con mis amigos en la calle, desde la ventana de mi casa mi madre me lanzaba aquel mensaje firme y contundente “vete a doña Lola y trae 100 gramos de jamón y que lo apunte”. Sí, que lo apunte, así de sencillo. Una confianza labrada con los años y que permitió que muchas familias que no pasaban por sus mejores momentos económicos pudieran comer cada día.
Es cierto que el comercio tradicional ha evolucionado con el paso del tiempo, se ha especializado, modernizado y diversificado pero, no ha perdido ese trato personal único y sobre todo humanizado.
El comercio local ha vuelto a jugar un papel muy importante durante los últimos años de pandemia demostrando, una vez más, la importancia y la necesidad de mantener esta actividad tan cercana y capaz de adaptarse a las necesidades de la población.
Ahora, que estamos en estas fiestas tan especiales, aunque debería ser durante todo el año, deberíamos asomarnos a ese comercio de nuestro barrio y comprobar la amplia oferta de todo tipo de productos que nos ofrecen.
Seguramente, doña Lola, estará muy orgulloso de ustedes.