Qué pronto olvidamos las calles desiertas, las playas vacías, los paseos sin turistas, los comercios y establecimientos con las rejas bajadas, así como los hoteles cerrados, las gentes confinadas, la actividad económica totalmente parada y la economía tocada y hundida.
Cuando los turistas y los turoperadores se cansen de los continuos ataques, amenazas veladas, manifestaciones contra ellos por colectivos que lo juntan todo y se oponen a todo y decidan volar a otros lugares que los reciban con las manos abiertas, cuando los hoteles despidan gente que sobre y cierren, y la estructura económica complementaria decaiga, en ese momento también saldrán a lamentarse o se darán cuenta de la atrocidad que están haciendo. En ese momento arrimaran el hombro para sacar nuestra economía a flote o se sentaran a la orilla de la playa en cholas a disfrutar de su playa y quejarse que el estado les tiene que dar una paguita porque no hay trabajo.
No espero que ninguno esté para arrimar el hombro y dar soluciones, pero si están para criticarlas y meter en el mismo saco a todos los que cada día desde su parcela tratan de aportar su granito de arena.
Morder la mano de quien te da de comer es un acto de cobardía moral. Cuando hay problemas la solución no es criticar y poner los trapos sucios del sector en conocimiento de todos. Arrimar el hombro es expresar opiniones, aportar ideas e iniciativas que puedan contribuir a mejorar las cosas y buscar soluciones entre todos, con talante conciliador.
Qué fácil es criticar que las cosas se hacen mal cuando a final de mes se recibe la nómina, la ayuda y no se tiene mayor implicación que cumplir un horario sin mayor responsabilidad ni riesgo. Lo difícil es asumir el riesgo cada día en sacar adelante un proyecto, estar comprometido y encima llegar a ser criticado por obtener beneficios.
Supongo que la sociedad va contra el enemigo fácil, en vez de buscar a los verdaderos responsables de por qué la situación ha llegado a estos extremos, falta de inversiones publicas en materia de vivienda, carreteras, colegios, educación, sanidad, etc. El nivel de los responsables públicos ha dejado bastante que desear en estas últimas décadas y por eso la desazón de los ciudadanos al ir a votar y los resultados electorales tan complicados que obligan a llegar a acuerdos y pactos para la gobernabilidad entre ellos que anteponen sus interés personales a los de la ciudadanía.
Es cierto que el modelo económico del archipiélago depende del monocultivo del turismo y que tiene muchas ineficiencias y aspectos a mejorar, modernizar y transformar. Pero eso no se hace detrás de un megáfono el día de la manifestación con los compañeros y una batucada con proclamas de toda índole antisistema, ecologistas, feministas, políticas, xenófobas, etc. sino que se hace trabajando cada día desinteresadamente por el beneficio de todos.
Quiénes están dispuestos a trabajar de manera altruista incansablemente cada día por un modelo económico mejor y más justo para nuestro archipiélago que cumpla con todos y no se deje a nadie detrás.
Llegar al equilibrio entre sostenibilidad y desarrollo es la clave de la evolución de cualquier modelo económico futuro para Canarias y para el Mundo, en el que el turismo se integre y la economía sea lo menos dependiente posible del exterior y con el mayor grado de soberanía.
Nunca nadie dijo que fuera fácil hacerlo pero ese es el reto, intentar llegar a acuerdos y consensos por encima de las personas para entre todos poder sacar adelante nuestro archipiélago y recuperar la economía doméstica con un reparto más justo, equitativo y solidario de las riquezas que se producen en nuestro archipiélago.
Antonio Luis González Núñez
Presidente de Fedeco Canarias