El turismo es mucho más que un simple motor poderoso que impulsa la economía de los destinos, generando empleo y riqueza de manera sostenible.
Canarias comenzó con esta industria el pasado siglo sacrificando el entonces pueblo pesquero del Puerto de la Cruz, reconvirtiéndolo en una oportunidad de salir de la pobreza y de la explotación laboral a la que veían sometido la inmensa mayoría de trabajadores del Valle de La Orotava. Poco a poco se fue extendiendo por gran parte del territorio canario. En un mundo interconectado, el turismo juega un papel fundamental en el desarrollo económico y social de las comunidades locales, como acabamos de explicar; en Canarias supone casi un 40% del Producto Interior Bruto.
A través de la creación de oportunidades laborales, la diversificación económica y la preservación cultural, el turismo se posiciona como un aliado indispensable para el crecimiento y el bienestar de las regiones.
Una de las principales contribuciones del turismo es la generación de empleo. Desde los servicios de alojamiento y restauración hasta las actividades de ocio y entretenimiento, el sector turístico ofrece una amplia gama de oportunidades laborales para personas de diversas habilidades y formaciones. Esto es especialmente importante en áreas, como nuestro archipiélago, donde otras industrias pueden estar limitadas, brindando empleo no solo en hoteles y restaurantes, sino también en actividades complementarias relacionadas como guías, artesanos locales, comercio local, operadores de excursiones y más.
El turismo también fomenta la creación de pequeñas y medianas empresas (PYMEs), ya que muchos emprendedores encuentran en este sector un campo fértil para desarrollar sus ideas de negocio. Desde tiendas de artesanías hasta alquiler vacacional, estas iniciativas contribuyen no solo a la oferta turística, sino también a la diversificación económica de la región. Al impulsar la actividad empresarial, el turismo fortalece el tejido económico de las comunidades, generando un efecto multiplicador que beneficia a otros sectores como la agricultura, la construcción y el comercio.
Otro aspecto destacado es el impacto del turismo en la preservación del patrimonio cultural y natural. Los destinos turísticos suelen destacarse por su riqueza histórica, cultural y ambiental, lo que les confiere un atractivo único para los visitantes. Esta valoración del patrimonio no solo genera ingresos a través del turismo, sino que también crea incentivos para conservar y proteger estos recursos. Los esfuerzos de preservación no solo benefician a los turistas, sino que también son un legado para las generaciones futuras, asegurando la sostenibilidad a largo plazo de los destinos turísticos.
Estos aspectos de ocupación del territorio para crear riqueza y el consecuente consumo de recurso han ido creando cierta crispación de la población, que se ha venido denominar “turismofobia”
Se trata de un término que refleja una tendencia preocupante en algunos destinos turísticos como el canario. Este fenómeno se caracteriza por sentimientos de rechazo y hostilidad hacia el turismo y los turistas, manifestándose en acciones como protestas y actitudes discriminatorias, como a las que han venido sucediendo en algunos aeropuertos de Canarias o las pintadas que se suceden en las zonas turísticas contra el turismo que nos visita.
Si bien es importante reconocer y abordar las preocupaciones legítimas relacionadas con el turismo, es igualmente crucial analizar críticamente la turismofobia y sus implicaciones negativas para el desarrollo de los destinos. No es de recibo morder la mano de lo que nos dan de comer y focalizar en el visitante las frustraciones personales. Muchísimo daño se hace a la economía de canarias si no hay altura de miras.
Uno de los argumentos contra la turismofobia es su impacto en la economía local. Los destinos turísticos dependen en gran medida de los ingresos generados por esta actividad para mantener y mejorar su infraestructura, servicios públicos y calidad de vida de los residentes. La hostilidad hacia los turistas puede disuadir a potenciales visitantes, reduciendo así los ingresos del sector y afectando directamente a empresas locales, empleados y proveedores de servicios turísticos. Esto crea un círculo vicioso donde la disminución de la actividad turística conduce a una disminución en la inversión y el desarrollo local.
Sn embargo, desde nuestra opinión, en lugar de adoptar una postura de rechazo absoluto al turismo, es necesario promover un diálogo constructivo, con aportaciones serias y acciones que aborden las preocupaciones legítimas sin caer en la turismofobia. Esto implica trabajar en conjunto con todas las partes interesadas, incluyendo a residentes locales, autoridades, empresas turísticas y organizaciones de la sociedad civil, para encontrar soluciones equilibradas y sostenibles que mejoren las deficiencias del modelo turístico actual para beneficio de todos.
Antonio Luis González Núñez
Preseidente de Fedeco Canarias